HEINEKEN FOR MEN

Bananeando el otro día por la web descubrí, sin venir a cuento de nada, un anuncio que me pareció bastante ingenioso en cuanto al argumento. Aquí queda la prueba de su existencia.

Anuncios. ¿Alguna vez disfrutáis viéndolos? Reconozco que cuando estás en medio de una película pueden resultar indeseables y ardes en deseos de mandar al cuerno al televisor y  todos aquellos que se hallan tras su programación… pero cuando uno los mira desde el punto de vista artístico… oye, pues parece que como producto audiovisual no están tan mal, ¿no?

Sorprendentemente, te enganchan. Los niños pequeños se quedan babeantes cuando las televisiones emiten anuncios. Resultan atractivos a la vista. Si son buenos, te convencen y si son ingeniosos, te desconciertan. A menudo son fieles a los esteriotipos sociales tradicionales y realmente a veces impresionan por poseer una originalidad a la que las películas ni se acercan, por ello considero que deberíamos de fijarnos más en ellos en lugar de odiarlos a muerte. Quizás lo único que ocurre es que como la mayoría de gente no es capaz de mirarlos con aprecio, no hay nadie que diga que son algo que valga la pena ver con ojos de espectador en lugar de cliente. Son como los carteles de la calle. Sí, informan, pero… ¿por qué la gente no se detiene a mirar la composición del colorido panfleto que ha sido capaz de hacernos cruzar la calle para leer su contenido, eh? Misterios de esta vida, supongo.

A continuación os dejo una serie de casos para que, si no sois conscientes ya de ello, veáis el arte y dedicación que se oculta tras estas pequeñas piezas cinematográficas. Venga, Bananatas, os animo a graduar vuestra mirada artística con ellos: gozad de estas breves piezas de arte.